Daniel Arce

Nací en Santander el 30 de noviembre de 1986. Hasta los doce años viví en un pueblo pequeño. La tapia del colegio era también la de mi casa, pero yo era el único que siempre llegaba tarde. Luego me mudé a un pueblo grande, donde conocí a mis mejores amigos, aprendí mucho de lo que sé y fui muy feliz.
Mis estudios académicos podrían resumirse con la imagen de un barco hundido repleto de algas y conchas. Soy uno de esos a los que se nos etiquetó como <<fracaso escolar>>. Irremediablemente, me zambullí en el vasto océano laboral. Trabajé en la construcción, la hostelería, el comercio, etc. Hasta que la crisis llegó a España y emigré al Reino Unido. Sentí la cálida acogida de Londres desde que puse un pie en ella. Conocí a personas maravillosas, entre ellas la mujer de mi vida, y viví años inolvidables perdido por sus destartaladas calles. Allí tropecé con el arte por casualidad y sentí una repentina fascinación por la pintura. Di pinceladas de ciego durante cinco años. Un día, mi propia insatisfacción consiguió abatir mi inspiración. Lancé el pincel lejos, pero con mimo. En su lugar empuñé un bolígrafo y escribí sin parar, cada día, sin excusas. Cuando levanté la vista del papel, habían pasado siete meses y yo no era la misma persona: había escrito mi primera novela.

"ANSIEDAD, HIPOCONDRÍA Y EXPERIENCIAS SEXUALES TRAUMÁTICAS"

Pedro es un solterón que trabaja como operario de mantenimiento para el Ayuntamiento de su pueblo. Inmerso en una vida insulsa, comienza a experimentar graves preocupaciones relacionadas con su salud, así que se pasa el día de médico en médico, tratando de hallarle una respuesta a su angustia.

Mientras tanto, agazapada como una alimaña, la ansiedad espera el momento oportuno para lanzar su despiadado ataque; una ofensiva contra la que Pedro no tendrá respuesta, aparte de la desesperación. Y, si solo fuera eso lo que le pasa, ni tan mal, pero es que su vida sexual también es un desastre. Sin embargo, contra todo pronostico, más de una pretendienta querrá conocerlo un poco más a fondo.

Pedro nunca estuvo dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ser feliz. Solo al verse contra las cuerdas, tendrá que sacar fuerzas de la flaqueza y esforzarse, ya no para ser feliz, sino para dejar de sentirse como una puta mierda.

Cuando nos vale solo con eso, ya no podemos seguir haciendo la vista gorda con nosotros mismos.